Cuando me piden reflexionar sobre los estándares abiertos en la educación tecnológica, me siento obligado a contar una anécdota acerca de mi propia experiencia en los años en que esta industria comenzó su expansión. Aproximadamente en el año 2000, cuando me desempeñaba como ejecutivo en Pearson, me convertí en parte importante de la creación del Common Cartridge de IMS, un estándar abierto de base para el intercambio de contenido entre sistemas.
Mi participación en esto fue pequeña, contribuí con los primeros argumentos en apoyo a lo que hoy son las especificaciones para la interoperabilidad de contenido del Common Cartridge de IMS. Canalicé una especificación básica para esta idea y convoqué una reunión secreta en el aeropuerto de O´Hare con mis contrapartes de las mayores casas publicitarias. Esto generó algo de escepticismo al principio, especialmente acerca de las intenciones de Pearson al hacer la primera propuesta; pero tan pronto nos reunimos, fue evidente que un conjunto de fuerzas unió a todos los presentes para acordar lo más pronto posible que debíamos actuar sin demora.
En el caso de algunos actores menores, esto representaba para ellos un camino más económico hacia la inclusión en el mercado, ya que los estándares disminuirían sus costos para satisfacer la demanda. Para los actores mayores, había una clase de interés propio reflejado en el juego, ya que las consecuencias de permanecer sin hacer nada ralentizaban el desarrollo del mercado. Y, quizás lo más importante, y lo veo cada vez que reflexiono en esto, en lugar de iniciar una nueva creación enfocada en los estándares relacionados con la publicidad, acordamos llevar este proyecto a IMS Global y fortalecer lo que existía en el momento, lo que era más una pequeña semilla que el árbol robusto en el que se ha convertido.

Desde ese entonces, este patrón positivo ha continuado repitiéndose. El impulso gracias a IMS Global ha resultado ser de mucho apoyo, y ellos se han convertido en una verdadera autoridad de convenios en cuanto a los estándares abiertos. Es por esto que han obtenido un lugar importante en la lista de instituciones partícipes, a la que se suma la intervención de prácticamente toda la comunidad de la industria de educación tecnológica en las actividades, y con múltiples estándares adicionales agregados.
Trimestralmente se celebra una réplica, una mucho más grande ahora, de aquella reunión que en su momento tuvo lugar en O´Hare, sólo que hoy no es secreta, pues los proveedores más grandes y las instituciones educativas más innovadoras en educación tecnológica envían cada trimestre a estos congresos a sus representantes sobre estándares abiertos. Aunque cada uno tiene sus propios intereses y también algunos conflictos, he logrado entender que las mismas presiones que sentíamos en la reunión de O´Hare todavía se sienten hoy: el progreso nos llama. En vista de que ningún grupo de intereses corporativos puede prevalecer, tenemos a personas muy bien documentadas, encargadas de resolver problemas y llegar a acuerdos entre ellos.
Martin Luther King hizo famosa una frase inspiradora: “El arco de la moral universal es largo, pero se inclina hacia la justicia”. Trayendo al caso ese mismo optimismo, sugiero que veamos “el arco de la industria inclinarse hacia el openness”. Mientras algunos llegan a esta reunión con miedo al control empresarial, y otros con miedo al estancamiento del mercado sin su participación, de alguna forma, lo que surge de esto es preservar el openness y grabarlo en el panorama de la práctica de la industria.
Todo lo que describo anteriormente ha ocurrido desde la concepción hasta la aceptación en 15 años, desde los estándares abiertos en sí hasta la creación de IMS Global como un centro de intercambio de información internacional para que la industria pueda sustentar estos avances.
Y mientras algunos se lamentan que todo esto pudo haber ocurrido más rápidamente, lo cual es sin duda muy cierto, en realidad no es tanto tiempo, si tenemos en cuenta el camino infinito que aún le queda por recorrer a la educación tecnológica. Tampoco es tanto como para evitar pensar en lo que pudo suceder si no hubiésemos llegado a acuerdos en la industria, en el momento en que lo hicimos, para anticipar lo que el futuro nos depararía. Mi deseo es que todos aquellos que están a la vanguardia de las convenciones de la industria continúen su tradición en nombre de todos nosotros, y que “el largo arco continúe inclinándose hacia el Openness”.
Fotos:
AFP Kelly Wikinson